El pasado fin de semana hice una entrevista a Guillermo Fariñas que podrá ser leída próximamente en la revista Convivencia. Entre las preguntas que podían perder actualidad en el momento que se publique esta conversación, estaba ésta que pongo aquí en mi blog. Comparto el optimismo y las aprensiones de Fariñas en este tema y considero que el asunto tiene una enorme importancia porque la salida de prisión del último opositor marcará un hito en el reclamo que tantas veces hemos hecho: ¡Que se despenalice la discrepancia!

R.E: Cuando solo faltan unos días para que se cumpla la promesa del gobierno de liberar a todos los prisioneros de la primavera negra, todavía 13 de ellos siguen tras las rejas. Son los que han declarado su intención de no abandonar el país. Cuál es tu punto de vista en esta situación?

G.F: En cuanto a los trece que hasta hoy quedan en prisión, me gustaría abusar de tu tiempo y quisiera mencionar los nombres de cada uno. Ellos son: José Daniel Ferrer García, su hermano Luís Enrique, Pedro Argüelles Morán, Librado Hilario García, Ángel Moya Acosta, Diosdado González Marrero, Félix Navarro Rodríguez, Iván Hernández Carrillo, Guido  Sigler Amaya, Eduardo Díaz Fleites, Héctor Maseda Gutiérrez, Arnaldo Ramos Lausurí y Oscar Elías Bicet González.

En cuanto a estas personas todas las variables son posibles, más ahora que la Unión Europea determinó no levantar su Posición Común respecto a Cuba, que, desde mi punto de vista, era uno de los objetivos que tuvo el gobierno con estas excarcelaciones. Me voy a arriesgar a decirte que yo tengo esperanzas de que los van a sacar de la cárcel, aunque no quieran salir del país. El gobierno ya tiene conocimiento de que si no se cumple lo prometido, al menos seis de esos trece van a declararse en huelga de hambre a partir del día 10 de noviembre. Es decir le darán  al gobierno 72 horas de gracia para que cumpla lo ofrecido, y si no lo cumple, se van a plantar y también algunas esposas y otros opositores.

Tengo la impresión de que las autoridades van a hacer lo posible por evitar otro escándalo internacional que vuelva a poner a Cuba en la palestra pública. Tengo esperanzas, pero no olvido que el ejercicio del poder durante más de cincuenta años crea una sensación de prepotencia que a veces hace que quienes ejercen este poder de manera absoluta pierdan la noción de la realidad